El Arte Teotihuacano
La civilización teotihuacana dejó vestigios artísticos claramente definitorios de la forma de representación que tenían de plasmar la estética en diferentes piezas utilitarias, escultura, artesanía y pintura mural. Fue abundante la producción artística con simplicidad en las formas, minimalista y estilizada. El arte como representación simbólica y religiosa de su mundo teocrático, traspasó fronteras y se constituyó por mucho tiempo como eje influyente en toda Mesoamérica. Es un arte austero, hierático, sobrio por la gran significación religiosa que lo motivaba.
Artesanía
Dentro de la artesanía podemos encontrar las máscaras realizadas con los recursos que proveía la tierra, sobre todo hechas de piedra como el basalto, jade, granito, arcilla o piedras volcánicas como por ejemplo la andesita. Su utilidad radica en que eran de carácter funerario, mortuorias, las cuales se realizaban para que las momias las portaran. Sus ojos se adornaban con conchas, obsidianas o cristal volcánico. Tenían una gran significación mágica religiosa. Las personalidades o grandes señores enterrados en la “ciudad de los muertos” se les emparentaba con los dioses y por lo tanto debían bajar al inframundo enmascarados, las cuales representaban la mediación entre el muerto y la divinidad. Eran de rasgos tipificados, no individualizados: boca entreabierta, nariz ligeramente ancha y recta, cejas alargadas, orejas rectangulares. Su realización y acabado demostraba la pericia de las manos talladoras. Las más hermosas son las de piedra dura, unas, revestidas de mosaico de turquesa, coral, obsidiana; otras, estucadas y pintadas con los colores que simbolizaban a las divinidades, rojo (dios del fuego), negro (Quetzacoalt) y turquesa (Tlaloc, dios de la lluvia). Las máscaras teotihuacanas datan del siglo XIV, siendo los aztecas sus primeros coleccionistas al llegar a Teotihuacán. Algunas se han encontrado en excavaciones en el templo mayor de Tenochtitlán como ofrendas. Un ejemplar único resulta ser la máscara de Malinaltepec, de piedra y de factura original teotihuacana e intervenida posteriormente con influencia Mixteca y que data de los años 100-650 dC.
Pintura Mural
La pintura mural estaba supeditada a la arquitectura y se convirtió en la forma predominante de ornamentar los grandes muros de templos, edificaciones, monumentos y hasta calles. Se afirma que Teotihuacán es el lugar de Mesoamérica con mayor cantidad de murales y técnica utilizada. Se abordaban temas religiosos y decorativos ligados a la naturaleza como paisajes y ríos. También plasmaron cierto tipo de escritura como glifos pero menos desarrolladas que el maya. La técnica pictórica utilizada era pintura al fresco con una pulitura final protectora. Los colores más destacados eran las tonalidades de rojo. El más intenso se utilizaba para representar a los dioses, las ofrendas de sacrificios humanos y rituales de lucha. En edificaciones menos suntuosas se utilizaban patrones o motivos geométricos en los murales. No sabían representar la profundidad del espacio o perspectiva. La figura de mayor importancia era la de mayor tamaño y expresada con frontalidad al estilo egipciio. Para preparar el muro se hacía una mezcla de cal, agua y arena de cuarzo el cual le daba brillantez y luminosidad a la pintura. Disponían de pocos pigmentos pero supieron combinarlos para obtener una rica paleta de colores, matices y las degradaciones las realizaban con cal. Como ejemplo de mural tenemos el Tlalocan o el Paraíso de Tláloc, el cual se hallaba en el Tepantitla, especie de conjunto residencial con áreas habitacionales, muy cercano a la Pirámide del Sol y que poseía templos.
Cerámica
Las piezas de cerámica teotihuacana datan de 200 años aC. Dos grandes divisiones se realizan basadas en sus características. Existía una cerámica local realizada con materia prima de la zona en talleres locales y otra foránea que llegaba a través del intercambio comercial con zonas cercanas como Puebla, Guerrero, las tierras bajas Mayas, Península de Yucatán y hasta Monte Albán. En la local encontramos la llamada mate burdo cuyas piezas eran incensarios ceremoniales y la mate fino, objetos como tapas platos que son vasijas ceremoniales hallados en los entierros, miniaturas y adornos de incensarios. Se pueden diferenciar aquellas cerámicas de uso cotidiano y ceremonial así como las antropomorfas que representaban divinidades y sacerdotes. Como ejemplo de las primeras tenemos la jarra con base plana y varias agarraderas así como los vasos cilíndricos trípode con tapa cónica; de la segunda la representación de sacerdotes ataviados de capa y tocado. Era una cerámica de gran belleza y manufactura, destacando la forma, el acabado y la decoración como elementos de expresión plástica. Entre sus características se destaca el negativo, bicroma y policroma en lo que respecta al engobe o pintura de las piezas. También es de destacar que muchas eran producidas en serie, como en el caso de los braseros-urna funeraria, los cuales eran decorados con pastillaje de figuras de animales, plantas y motivos abstractos hechas en molde y adosadas al cuerpo de la urna. Otra técnica a destacar en cuanto a la decoración es la misma utilizada en la pintura mural llamada “al fresco”. Las piezas eran recubiertas con una mano de carbonato de calcio para posteriormente ser pintadas con motivos de brillantes colores. Es de notar que podemos fijar fases o etapas en la evolución de las piezas con figuras antropomorfas de acuerdo a cambios incorporados. Las del primer período son pequeñas de aspecto sólido y delgado con detalles faciales prognáticas acentuadas en la arcilla. Estas características se fueron refinando, individualizando con tantos detalles que fueron denominadas figurillas retratos en el período Tlamimilolpa. Eran figurillas que se representaban desnudas de forma esterilizadas, asexuadas. De aquí se evolucionó a figuras realizadas en pareja de moldes, ahuecadas, vestidas, ataviadas de forma llamativa de pies a cabeza.
Escultura
Todas las expresiones artísticas teotihuacanas estaban ligadas a lo ceremonial y religioso. Imposible desligar todas esas expresiones con la arquitectura. La pintura mural, la cerámica, la artesanía y la escultura estaban supeditadas a los monumentos, templos, pirámides y edificaciones. El estudio de las diferentes expresiones escultóricas teotihuacanas denotan un gran desarrollo de su cultura. La misma se prestaba para reforzar el mensaje ideológico que las grandes élites querían plasmar a los demás miembros de la sociedad. Su pesadez y apariencia impresionante decoraban de forma suntuosa el conjunto arquitectónico. Los diferentes materiales trabajados fueron la piedra, el basalto y la madera modelando y tallando piezas independientes de tipo estatuario o relieves decorativos con formas humanas, animales y vegetales. Toda esta configuración de formas y materiales le dio una apariencia austera, geométrica y rectangular. Encontramos un tipo de escultura en bajo relieve adosada al muro como las cabezas zoomorfas de la serpiente emplumada y de Tláloc que sobresalen de los tableros en el Templo de Quetzalcoatl, las jambas talladas en el Templo de los Caracoles y las almenas y elementos marinos de barro y piedra como objetos decorativos que se situaban al frente de los edificios. Existen otras piezas escultóricas independientes pero siempre ligadas al templo y que podrías rodear en toda su magnitud. Como ejemplo de ello tenemos a Tláloc y a la diosa de las aguas Chalchiuhtlicue, de treinta toneladas de peso la cual fue cincelada y encontrada enterrada a los pies de la Pirámide de la Luna siendo visualizada desde cualquier ángulo desde el templo. Una de las esculturas que demuestran la pericia y el ingenio con la cual trabajaban los artesanos teotihuacanos fue el marcador del juego de pelota, descubierto y extraído en la Ventanilla, un ensamble de piezas constituida por cuatro piedras volcánicas con tanto detalle y precisión que no son perceptibles sus uniones.
La Escritura Teotihuacana.
Se puede asegurar que existió un sistema de escritura en Teotihuacán de tipo iconográfico. Es un sistema algo complejo por lo que significó Teotihuacán en aquellos tiempos como ciudad cosmopolita, de intercambio comercial y hasta cultural. De allí que se ha podido comprobar el hecho de compartir reglas de escritura con los zapotecas y mayas como la pictografía de la serpiente cubierta con plumas de quetzal. Es conocido que las civilizaciones antiguas mesoamericanas desarrollaron un tipo de escritura con la denominación y numeración de los días de un calendario de 260 días. Este fue el caso de Teotihuacán. También se encuentran los llamados topónimos. En Tepantitla, los murales del patio 2 configuran un patrimonio de glifos teotihuacanos que prefiguran nombres de lugares con formas naturales de cerros y plantas, de naturaleza iconográfica. En general podemos resumir que la escritura se componía de elementos numéricos, glifos expresados por números con barras y puntos donde el punto es 1 y la barra 5, los demás expresiones se obtienen combinando ambos. También de elementos calendáricos enumerando los días con signos de forma sucesiva combinados con caracteres religiosos y fenómenos naturales. Los nombres de personas, lugares y cosas con imágenes naturales de plantas, ríos, flores y montañas. Resulta importante resaltar a la Ventilla, el barrio prehispánico que alberga la plaza de los glifos como vestigio de la existencia de un sistema de escritura a la cual los plebeyos también tenían acceso. De esta manera la forma de escritura teotihuacana es una de las más antiguas de toda Mesoamérica
Sin lugar a dudas, las formas teotihuacanas del arte y la cultura sirvieron de referencia y de intercambio cultural con las demás expresiones amerindias existentes para la época y que se convirtió en un lugar de culto y veneración cuando los aztecas llegaron a ella una vez abandonada por sus antiguos moradores.